«Muy fan de Wendi Deng». Sobre todo tras la demostración de reflejos y rabia contenida hacia el tipo que quiso embadurnar la cara de su marido con espuma de afeitar en la cámara de los comunes. Apuesto a que algunos de ellos (los comunes) lucirán el mismo emblema en la próxima sesión en alguna parte de su atuendo británico. El futuro, señorías, no pasa por Google+ o las peleas tuiteras en el barro, palomitas mediante. El futuro pasa por la concisión, las declaraciones de principios y por ir de frente con la sonrisa irónica en la boca. Pasa por regresar a la cultura chapera (no se me alteren) y explicar nuestra idea natural del mundo. Nada de 140 caracteres o una descripción espinosa en el perfil, hace falta mucho menos.
Yo ya tengo varias frases para trasladar al metal y mostrar en la solapa en colores vivos y sugerentes. Podrían organizarse por categorías o bien ponerles nombres, como a las habitaciones de un hotel (pienso ya en una multinacional, en el modelo de negocio de marras). Por ejemplo, la ‘chapa Iñaki Gabilondo’ rezaría «Yo soy formidable». Él mismo debería llevarla. POR la amabilidad y el toque cercano, digo. A los políticos, por ejemplo, les vendrían bien expresiones rimbombantes como «Yo soy muy de hipérboles», que mi compañero y amigo @20Hitcombo ha donado para la causa. @masaenfurecida hasta podría hacer algo de pasta con sus mayúsculas sentencias, aunque ahora que el colectivo de a uno concede entrevistas quizá pierda la capacidad de síntesis. Veremos.
Se pondrán de moda, por eso quiero adelantarme. Y porque veo que @conrubalcaba amaga («Escuchar, hacer, explicar») aunque sin centrar el tiro (yo es que optaría por «Alejo Estivel me compone» o «Como mola mi web»). El sello para medios y periodistas del latente #sinpreguntasnohaycobertura se acercaba también al concepto. Incluso Barney Stinson y su profético «Suit up», tan apropiado para los tiempos chaqueteros que corren: podrían ponerlo como mosca televisiva en las próximas retransmisiones de discursos institucionales valencianos, así podríamos llamarlos chapas catódicas, en general. Pero personalizar o distinguirse, sin embargo, es triunfar (lo del nicho, de toda la vida). Por eso voy a dedicarme un par de lemas.
Uno, al margen de cualquier manifiesto, libro oportuno o pancarta, simplemente diría aquello de «Yo estuve en #acampadasol». Es una manera de expresar a los que no palparon el asfalto en las asambleas infinitas o decidieron curiosear en la distancia que aquello fue real. Que es real (atentos a este fin de semana). El otro, con el mismo cariño, gritaría eso de «Yo leí los cables de Wikileaks». Un ejercicio del que disfruté y con el que acabé exhausta. Otra vez. Digamos que en un hipotético test de vanidad para informadores esta doble reivindicación quedaría en un término medio, sin traspasar la línea del ego, ni la letra B. Voy a intentar, en los próximos días, desarrollar ambos lemas en sendos posts que llevo retrasando semanas. Pero sólo voy a intentarlo.